jueves, 27 de mayo de 2010

Bicentenario

Adjuntamos unos videos para debatir sobre el tema de la Celebracion del Bicentenario y el papel de los medios.



jueves, 20 de mayo de 2010

René Descartes


(La Haye, Francia, 1596 - Estocolmo, Suecia, 1650) Filósofo y matemático francés. René Descartes se educó en el colegio jesuita de La Flèche (1604-1612), donde gozó de un cierto trato de favor en atención a su delicada salud.



Obtuvo el título de bachiller y de licenciado en derecho por la facultad de Poitiers (1616), y a los veintidós años partió hacia los Países Bajos, donde sirvió como soldado en el ejército de Mauricio de Nassau. En 1619 se enroló en las filas del duque de Baviera; el 10 de noviembre, en el curso de tres sueños sucesivos, René Descartes experimentó la famosa «revelación» que lo condujo a la elaboración de su método.

Tras renunciar a la vida militar, Descartes viajó por Alemania y los Países Bajos y regresó a Francia en 1622, para vender sus posesiones y asegurarse así una vida independiente; pasó una temporada en Italia (1623-1625) y se afincó luego en París, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época. En 1628 decidió instalarse en los Países Bajos lugar que consideró más favorable para cumplir los objetivos filosóficos y científicos que se había fijado, y residió allí hasta 1649.

Los cinco primeros años los dedicó principalmente a elaborar su propio sistema del mundo y su concepción del hombre y del cuerpo humano, que estaba a punto de completar en 1633 cuando, al tener noticia de la condena de Galileo, renunció a la publicación de su obra, que tendría lugar póstumamente.

En 1637 apareció su famoso Discurso del método, presentado como prólogo a tres ensayos científicos. Descartes proponía una duda metódica, que sometiese a juicio todos los conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos, la suya era una duda orientada a la búsqueda de principios últimos sobre los cuales cimentar sólidamente el saber.

Este principio lo halló en la existencia de la propia conciencia que duda, en su famosa formulación «pienso, luego existo». Sobre la base de esta primera evidencia, pudo desandar en parte el camino de su escepticismo, hallando en Dios el garante último de la verdad de las evidencias de la razón, que se manifiestan como ideas «claras y distintas».



El método cartesiano, que Descartes propuso para todas las ciencias y disciplinas, consiste en descomponer los problemas complejos en partes progresivamente más sencillas hasta hallar sus elementos básicos, las ideas simples, que se presentan a la razón de un modo evidente, y proceder a partir de ellas, por síntesis, a reconstruir todo el complejo, exigiendo a cada nueva relación establecida entre ideas simples la misma evidencia de éstas.

Los ensayos científicos que seguían, ofrecían un compendio de sus teorías físicas, entre las que destaca su formulación de la ley de inercia y una especificación de su método para las matemáticas. Los fundamentos de su física mecanicista, que hacía de la extensión la principal propiedad de los cuerpos materiales, los situó en la metafísica que expuso en 1641, donde enunció así mismo su demostración de la existencia y la perfección de Dios y de la inmortalidad del alma. El mecanicismo radical de las teorías físicas de Descartes, sin embargo, determinó que fuesen superadas más adelante.

Pronto su filosofía empezó a ser conocida y comenzó a hacerse famoso, lo cual le acarreó amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. En 1649 aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia y se desplazó a Estocolmo, donde murió cinco meses después de su llegada a consecuencia de una neumonía.

Descartes es considerado como el iniciador de la filosofía racionalista moderna por su planteamiento y resolución del problema de hallar un fundamento del conocimiento que garantice la certeza de éste, y como el filósofo que supone el punto de ruptura definitivo con la escolástica.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Argentina Bicentenaria

El bicentenario argentino remite a los 200 años de formación que lleva la patria, la identidad nacional. 200 años de una lucha acaecida por lo que en estos días parece lo más común del mundo, pero que en aquella época era un logro épico que muy pocos podían lograr si se lo proponían: materializar el afán de libertad. 200 años ya han pasado desde que estas personalidades se propusieran formar una identidad, un sentido de pertenencia; una oportunidad de tomar decisiones propias como argentinos. Este suceso fue tomando forma en la Revolución de Mayo de 1810, en donde la abdicación de Carlos IV y su hijo, Fernando VII deja vacante el trono español, por lo que los virreinatos podían tomar decisiones por sí solos. Aquí es cuando se declara al Cabildo como órgano representante de la voluntad popular y depositario de la soberanía, y se conforma la Primera Junta de gobierno, compuesta por Cornelio Saaverdra, Mariano Moreno, Juan José Paso, Manuel Alberti, Miguel Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea y Domingo Matheu, reemplazando al virrey Cisneros, quien ejercía la soberanía en el Virreinato del Río de la Plata. De esta manera, se comienzan a formar los primeros cimientos del origen de lo que hoy en día, somos como nación, y como país. Además de este preponderante suceso, el 27 de febrero de1812 se iza por primera vez en Rosario la bandera Argentina, creada por Manuel Belgrano, con los colores de la escarapela, y posteriormente en agosto se iza en Buenos Aires. La bandera: algo tan simple para muchos, pero que encubre una gran cantidad de connotaciones y sentimientos en eso que, tan solo, es un gran trozo de tela que flamea. Crea un sentido de pertenencia, de origen, de raíces. Representa un emblema del resultado de luchar arduamente por la libertad; por poseer una identidad, la cual se ve ciertamente consumada por la creación de dicho emblema que representa a la nación frente al mundo. Posteriormente al los acontecimientos mencionados, se suscitan diversos de gran importancia: como la asamblea del año XIII en donde, entre otras cosas se establece el escudo nacional, se dicta el acuñamiento de moneda propia, etc; la batalla de San Lorenzo el 3 de febrero del mismo año, donde se destaca notablemente la actuación del ejercito comandado por San Martín para enfrentar a los realistas. Todos estos sucesos culminando finalmente en el día 9 de julio de 1816: momento en el cual finalmente se consigue la declaración de la independencia, donde el Congreso Constituyente en San Miguel de Tucumán declara la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica. Posterior a este fenómeno, en 1819, se redacta la Constitución, la cual entraría en vigencia, después de algunas modificaciones, a partir de que las provincias no estaban de acuerdo, el 25 de mayo de ese mismo año.
De esta manera, podríamos seguir mencionando infinidad de sucesos y personalidades que contribuyeron a la formación de lo que hoy denominamos Argentina. Nuestra Argentina. Creemos que el año del bicentenario es un año en el que inevitablemente hay que rendirle homenaje a dichas personalidades que encausaron el punto de partida para poder tener una soberanía propia; para poder decidir por nosotros mismos; para ser libres. En cierto modo, preservar el cauce de las acciones que delimiten nuestra identidad y la imagen que demostramos hacia el mundo entero es total responsabilidad de todos los ciudadanos habitantes del país. Pero antes de eso, es más importante empezar por nosotros mismos; cómo queremos ser y los valores que queremos representar, ya que la esencia de la Argentina ahora, reside en cada uno de nosotros, así como también en quienes supuestamente representen nuestras ideas a lo largo de sus diferentes mandatos. Y también queda en ellos la imagen que el país transmite puertas afuera. Ojalá que en sus conciencias abunde el sentido de pertenencia que hace 200 años estos hombres nobles han manifestado a través de su existencia; que lo preserven, lo cuiden, y no lo tomen como algo que quedó en el pasado; sino que todavía sigue vigente.

"La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien" San Martín.